Supervisar a los colaboradores es una de las funciones esenciales para todo responsable de equipos que quiera garantizar resultados. Pero, ¿se hace correctamente? ¿Se realiza con la periodicidad e intensidad necesarias? ¿Se efectúa un seguimiento de esta supervisión? ¿Dicha supervisión tiene una incidencia positiva en los resultados y en el desarrollo de los colaboradores, o se realiza para “cubrir el expediente”?
Adaptar la supervisión de equipos a las características de cada profesional
Lo cierto es que muchos profesionales se quejan de que sus jefes, o no supervisan, o lo hacen en momentos inapropiados o con formas poco adaptadas a la necesidad del colaborador o la situación.
Es lógico pensar que no se debe supervisar de la misma forma a un colaborador que ha manifestado dificultades en la ejecución de la tarea, que a otro que no lo ha hecho. Tampoco se debería supervisar de igual modo a una persona que ha demostrado su compromiso, conocimiento y resultados que a otra que, con la misma experiencia o antigüedad en la empresa, no consigue alcanzar el estándar deseable. A pesar de esta obviedad, a muchos responsables de equipo no les queda clara la diferencia, y no realizan una supervisión correcta.
Las consecuencias de no supervisar correctamente impactan tanto en los resultados, como en la motivación de los colaboradores y su desarrollo. Para evitarlo te recomendamos que pongas en juego los siguientes comportamientos.