A lo largo del año, y especialmente en época de cierre de presupuestos de formación, las empresas y sus responsables de formación y desarrollo tienen que hacer “encaje de bolillos” para cubrir todas las necesidades estratégicas y operativas de su organización y sus profesionales.
Distintos escenarios en función del desarrollo de competencias hard y competencias soft
A la hora de planificar la formación de los profesionales, los responsables de RRHH y formación se encuentran en la tesitura de tener que priorizar en qué formar primero: ¿en competencias hard o en competencias soft? Y de cada una de ellas, ¿a cuáles dar más prioridad?
No resulta fácil. Esta decisión tiene consecuencias en función de lo que decidan. Si deciden formar exclusivamente en competencias hard, conseguirán profesionales solventes técnicamente, pero con unas endebles habilidades sociales y de gestión.
Esta circunstancia puede afectar, por ejemplo, al clima laboral, derivado de posibles conflictos de personas que carezcan de asertividad, empatía o cuya comunicación no sea eficaz.
La falta de formación en competencias hard también puede afectar a la satisfacción de clientes, ya que, sin la competencia de orientación al cliente, los profesionales centrarán su atención en la parte técnica de los productos, no conectando con los clientes, y generando una distancia que impedirá o dificultará la venta o la percepción de un buen servicio.
Por otro lado, puede afectar a los plazos de entrega debido a una deficiente toma de decisiones, una baja orientación a resultados, etc.
Piensa en una persona que sabe mucho de informática, pero que no sabe explicar a los usuarios lo que tienen que hacer y que, además, tiene poca paciencia. O un gran diseñador que no respeta los plazos de entrega porque gestiona mal su tiempo y se planifica incorrectamente. ¿A qué achacas el problema, a las competencias hard o a las competencias soft?
El segundo escenario en el que se pueden encontrar las empresas es decidir no formar en ningún tipo de competencia. En estos casos, los profesionales tendrán toda clase de carencias tanto en competencias hard como en competencias soft.
La falta de formación en soft skills puede acarrear numerosas consecuencias para su empresa, como la pérdida de la competitividad e ingresos, un bajo nivel de compromiso, o problemas de comunicación.
¿Qué te parecería enfrentarte a un administrativo que, además de tratarte mal, no da una solución a tu consulta?
El tercer escenario es dar prioridad a las mal llamadas competencias soft o blandas en perjuicio de las competencias técnicas. En estos casos nos podremos encontrar, por ejemplo, con comerciales o vendedores que utilizan esas habilidades personales para ocultar sus carencias y conocimientos del producto, el cliente, el sector, etc.
Esto podrá traer como consecuencia que el cliente perciba que la empresa cuenta con vendedores “charlatanes” poco legitimados técnicamente.
¿Te gustaría estar en manos de un médico muy “happy”, pero que no sepa cómo coger el bisturí? Probablemente no, ¿verdad?
Equilibro entre competencias soft y hard: el escenario perfecto
El cuarto escenario, el más deseable, es que exista un equilibrio entre ambos tipos de competencias.
De nada sirve que una persona conozca los tipos de rappel que puede hacer o las características de su producto si no domina competencias soft tan esenciales como la negociación, no sabe gestionar conflictos, no tiene el adecuado autocontrol emocional o simplemente no sabe realizar una escucha empática o las preguntas adecuadas.
Qué duda cabe de que un jefe de proyecto, aunque domine las herramientas de gestión, pondrá en peligro el proyecto si no sabe motivar a sus colaboradores, implicarles y hacer supervisión correctamente.
Tampoco sirve de mucho que un comercial conozca sus productos y a sus competidores si no tiene la sensibilidad para realizar un buen acercamiento al cliente, argumentar el producto personalizando los beneficios o no tiene claro cuándo puede/debe cerrar la venta.
Como podemos ver, las competencias soft son tan importantes como las competencias hard, ya que las potencian. Unas sin otras hacen tambalear el perfil profesional de cualquier persona y, por ende, sus resultados y su proyección.
Por este motivo, es necesario que empieces a desarrollar las competencias soft de tu equipo, para lograr el equilibrio entre ambas y conseguir que todos tus profesionales pasen de hard, soft y plof a crack.